Por Dra. Mariana Vazquez

La pandemia que nos envuelve como sujetos sociales, nos aúna y nos asemeja en diversos aspectos, paradójicamente nos impide acercarnos, tocarnos y entrar en contacto físico con ese otro que vive la misma situación que nosotros.
Partimos de una realidad inédita que se presenta bajo la forma de una globalización viral (covid-19), y es en ese marco donde intentamos encontrar parámetros que nos permitan dar sentido a la experiencia. Esa búsqueda de sentido se vuelve fallida y en su lugar se hace presente en toda su magnitud la Incertidumbre.
Si hay algo concreto y certero es que estamos atravesados por la incertidumbre. Contamos con saberes incompletos sobre el virus, aunque necesarios para aferrarnos desde el principio de realidad, su forma de trasmisión, su comportamiento y hasta podríamos llegar a precisar el inicio del contagio, el paciente cero, pero no es imposible ubicar su finalización o conclusión.
Es verdad que no contamos con representaciones pasadas para lo que estamos viviendo, está sucediendo… es un siendo imposible de sujetar, que nos detiene en la imposibilidad de proyectarnos. Sin embargo, sí existen representaciones de encierro, de aislamiento, de terror, de peligro, de simbiosis, de alienación ubicables en el semejante, el otro ubicado como un riesgo para la subsistencia en su permanencia total, fusionante y estragante.
Bajo el concepto de historia humana, podríamos ubicar lo constitutivo del sujeto en términos de la historia subjetiva como así también la historia como historiografía. En ese sentido señalamos que por ejemplo tanto la primera como la segunda guerra mundial perviven en la trasmisión, son huellas y son efectos que se entraman y demarcan una matriz.
Sin proyección hacia el futuro el presente desaparece, es en su relación con el pasado y con el futuro que el presente existe como tal.
Una vez más nos preguntamos por la pertinencia del psicoanálisis. Desde hace más de un siglo que esta pregunta se repite una y otra vez, es el psicoanálisis un método efectivo para la cura? El psicoanálisis es una ciencia? Existe posibilidad de llevar a cabo el método psicoanalítico en una institución?
No es intención de este escrito poder responder a las preguntas que permanecen abiertas por más de un siglo pero sí intentar organizar esas preguntas a la luz de re-pensar los conceptos fundamentales que sostienen el método psicoanalítico. Para ello se hace imprescindible poder diferenciar método y técnica, quizá allí radique la persistencia del interrogante.
Por tanto, considero que nunca está demás volver sobre las bases, sobre los principios, cuando nos referimos al método ubicamos en él la asociación libre por parte del paciente y la escucha en atención libremente flotante por parte del analista sostenida en los principios de neutralidad y abstinencia. En cambio, cuando describimos la técnica señalamos el saber hacer con el método. Efectivamente el método es fijo y la técnica es flexible.
El psicoanálisis ofrece al padecimiento del sujeto un lugar de escucha, un lugar donde poder conformar y recrear la intimidad.
Muchos hoy se preguntan si es posible llevar adelante un tratamiento analítico a partir de sesiones telefónicas o video llamadas, considero, siguiendo la distinción que planteaba entre método y técnica, que es allí donde encontraremos el fundamento de la cuestión.
No hay duda que el ser humano cambia históricamente, la representación de sí mismo y de su realidad no se mantiene estrictamente en los términos con los que fuera pensado por el psicoanálisis de los comienzos. El mismo Freud insta a no tomar su obra como un evangelio.
La clínica implica un permanente desafío, esto no es novedoso, no se circunscribe al covid-19 sino que forma parte de la esencia misma del psicoanálisis.
Cada época representa un lugar que determina legalidades diferenciadas y el psicoanálisis surge como respuesta a interrogantes sobre lo social, lo político, lo económico y cultural pero donde el centro estuvo siempre ocupado por el padecimiento subjetivo.
Desde ese lugar es que el psicoanálisis, en relación a su técnica, va tomando no sólo la singularidad del paciente, a decir: no existe una receta única en aplicación de la técnica, sino que se trata de una construcción que el analista realiza a partir de la singularidad y que fundamentalmente estará dada por el vínculo transferencial.
La relación entre la endogamia y la exogamia han trazado los límites entre la salud y la enfermedad. Cómo pensar esto hoy día, cuando la mejor opción, en términos de salud está dada por el permanecer en casa.
Podríamos señalar que la clínica hoy nos trae como urgencia la necesidad de reubicar los términos de endogamia y exogamia, en su posibilidad de salida a la toxicidad que representa tanto el ensimismamiento como el encierro intrafamiliar. Es con un otro que el lazo erótico y hostil puede vehiculizarse.
Espacios diferenciados, de terceridad que rompan la continuidad simbiótica son fundantes del sujeto como tal, el espacio analítico busca a partir de la repetición en la transferencia que algo en nombre propio pueda ser enunciado, por ende será menester generar las posibilidades para el sostenimiento y la continuidad de ese espacio.
Es tiempo donde el quedarse en casa es sinónimo de salud, pero también tiempo de regresión endogámica por lo tanto es imprescindible que como analistas podamos construir lazos con el exterior, la voz, la mirada de un otro permiten la ajenidad y la diferenciación, son alternativas y posibilidades de salida a la atracción edípica. En esos términos podemos pensar en un refuerzo endogámico que reactiva tanto lo erótico como lo hostil contenidos en el Complejo de Edipo y el Complejo de castración.
Es allí donde entiendo posible ubicar la pertinencia del psicoanálisis, es decir, en el pasaje de la repetición a la reelaboración, en la posibilidad de un posicionamiento diferente respecto a la endogamia y lo intrafamiliar.
Hoy la clínica muestra regresiones y facilitaciones, en algunos casos arrasadoras, resistencias que se esconden bajo el hashtag # yomequedoencasa.
Para los infectólogos la única manera de estar a salvo. Los analistas, en cambio, sabemos del peligro que ello entraña, y es el lugar donde la clínica hoy nos convoca.
Es a partir de ella que les acerco estas reflexiones sobre el eje desarrollado, marcando una diferencia tanto clínica como teórica respecto de los abundantes escritos y artículos que plantean la necesidad de pensar en lo traumático y trabajar sobre ello, voluntarios, terapeutas que se ofrecen a obturar y “sanar” algo de ese quiebre que se infiere existente.
Analíticamente sabemos que no es posible homologar el concepto de trauma médico al de trauma psíquico, sabemos de los tiempos de este último y de su acción diferida y apres-coup. Freud nos enseña sobre la imposibilidad profiláctica del psicoanálisis. Pensar en los efectos traumáticos de esta pandemia es hacer futurología, será en el después, en el más allá de hoy cuando, tal vez, la clínica nos convoque a partir de los efectos en la singularidad de cada analizante.
Lic. Esp. Mariana Vazquez